Es la frase más temida que se escucha en casi todos los deportes: "Tienes un ligamento cruzado anterior desgarrado". Un ligamento cruzado anterior desgarrado solía significar la pérdida de una carrera atlética. Hoy en día, todavía imponen un coste importante y elevado, a menudo en forma de pérdida de una temporada deportiva.
Los desgarros del LCA y las reparaciones posteriores del LCA conllevan un camino de rehabilitación de terapia deportiva oneroso para los atletas. Muchas veces, los atletas están fuera de servicio durante 8 a 12 meses antes de poder regresar con éxito a su deporte.
Las personas se desgarran el ligamento cruzado anterior de varias maneras, pero la más común suele ser porciones excéntricas y sin impacto de una actividad dinámica o balística. Debido a que a menudo hay un componente rotacional en la fuerza que desgarra el ligamento, a menudo hay daño al menisco o al cartílago articular, además del desgarro del LCA, que debe abordarse.
La función principal del LCA es prevenir la traslación anterior de la tibia con respecto al fémur. En otras palabras, asegura que la espinilla no avance demasiado. Si bien existen otras estructuras que brindan estabilidad a la rodilla, el LCA es uno de sus principales estabilizadores inertes, por lo que el daño a este ligamento puede ser catastrófico, o puede parecer así al principio.
Diagnóstico
El diagnóstico a menudo lo realiza en el campo o la cancha un miembro del equipo de medicina deportiva que trabaja en ese juego en particular. Ya sea que el atleta esté en la escuela secundaria, la universidad o el nivel profesional, muchas veces un fisioterapeuta sabrá que el ligamento cruzado anterior está dañado incluso antes de realizar la resonancia magnética. Una vez sufrida la lesión, un fisioterapeuta (o, muchas veces, un entrenador deportivo) realizará una serie de pruebas especiales y recomendará una resonancia magnética para confirmar el daño ligamentoso. En este punto comienza el viaje del deportista hacia la recuperación.
Una vez que a un atleta se le ha reparado quirúrgicamente el ligamento cruzado anterior, se embarca en un largo camino de rehabilitación. Este camino incluirá muchos componentes diferentes, pero todos ellos estarán dirigidos al único objetivo de devolver al atleta a su deporte particular, a un nivel igual o mejor que cuando se lesionó.
Cirugía y rehabilitación
Puede pensar que el proceso de rehabilitación se divide en 4 etapas:
La etapa 1 suele ser las primeras 6 semanas después de la operación. Los principales objetivos de esta etapa son controlar el dolor y la hinchazón y restaurar la amplitud de movimiento completa. Para evitar contracturas se debe conseguir una extensión completa en la primera semana. Durante esta etapa, el atleta y el fisioterapeuta trabajarán juntos para restaurar un patrón de marcha normal y comenzar a fortalecer, que se dirige principalmente a los isquiotibiales y los cuádriceps.
La etapa 2 suele durar desde la semana 7 hasta la semana 12. El objetivo principal de esta etapa es una progresión de ejercicios de fortalecimiento para ayudar a estabilizar la rodilla. En esta etapa, los ejercicios de cadena cinética cerrada seguirán siendo el modo principal de estabilización/fortalecimiento de la rodilla. Si un atleta está particularmente avanzado en su recuperación, a veces se iniciará una carrera en línea recta (sin cortes, giros ni movimientos laterales) si el fisioterapeuta cree que el atleta puede soportarlo; esto sólo se hace más cerca de las 12 semanas.
La siguiente etapa, la Etapa 3, avanza aún más con los ejercicios de fortalecimiento. Si la carrera en línea recta no se inició en la etapa anterior, se iniciará aquí. Esta etapa suele durar entre 12 y 20 semanas después de la operación.
La etapa 4 es la etapa que todo atleta espera: el comienzo de los ejercicios deportivos específicos destinados a las actividades de regreso al juego. Esta etapa suele ser de las semanas 20 a 24+ e incluirá ejercicios de agilidad, ejercicios multiplanares, dinámica de una sola extremidad, pliometría, desarrollo de potencia y otros ejercicios específicos del deporte que su fisioterapeuta considere apropiados y necesarios.
¿Cómo sé que estoy listo?
"¿Cómo sé que estoy listo para volver al campo?" Es una pregunta comprensible que se hace todo deportista. Más allá de que su cirujano le diga que su injerto es estable y tiene una integridad estructural perfecta, la mejor respuesta es encontrar un fisioterapeuta en quien confíe.
Tendrá múltiples visitas de seguimiento con su médico durante su proceso de rehabilitación, pero verá a su fisioterapeuta con mucha más frecuencia que a su médico. Esto significa que su fisioterapeuta tendrá más datos para emitir un buen juicio sobre su disposición para jugar.
Las preguntas que puede hacerle a su terapeuta para determinar sus marcadores y su progreso general son:
- "¿Cuál es la circunferencia bilateral de mi muslo?"
- "¿Tengo un rango de movimiento completo de la rodilla?"
- “¿Es igual mi salto con una sola pierna 90%+?”
- “¿Cuál es la fuerza isocinética de mi pierna operada?” (desea que la circunferencia del muslo esté a 1 cm de distancia entre sí y que su fuerza isocinética sea al menos 85-90% de la pierna no afectada)
Los desgarros del LCA pueden dar miedo, pero con el apoyo del equipo de terapia deportiva adecuado, podrás volver al campo practicando el deporte que amas en poco tiempo. Si usted o alguien que conoce ha sufrido un desgarro del LCA y no sabe por dónde empezar, agendar una cita de trabajo con nosotros para encaminarlo hacia la recuperación.